Con los años se ve con alegría, que amaneces con júbilo de los seres quienes te animan y están siempre con jovial alegría, ellos son tus hijos, tu esposa y tu buen perro que está al pendiente de querer algo de ti...
Y aunque llego a casa en puntillas el me delata y se conforma con una caricia en la cabeza y vienen los niños y se trepan, me tiran al suelo, y quieren jugar... Y dices para tus adentros, no más quisiera un poquito descansar.
Aunque tenga que madrugar este cuento es de nunca acabar porque en mis ratos de silencio están el eco de sus gritos y alborotos que recojo como los juguetes que tirados dejan... Y junto a ellos recuerdos de momentos de peleas y juegos que nunca acabaran, es un tesoro que se queden grabados en mí, y al anochecer, mientras duermen no bajo la guardia, sigo cuidándolos y muy despacio los veo entre la puerta abierta y los beso tiernamente y aunque no me sienten saben que sigo allí.
Quizás veo ahora en ellos mi niñez.